La historia comienza cuando Spider-Man realiza una de sus buenas obras
habituales, en la forma de capturar a un par de cacos. Una niña que no
aparenta más de doce años le llama por su nombre civil; las alarmas se
disparan pues ¿cómo conoce esa chica el secreto de su identidad civil?
Las cosas no son lo que parecen: ella es en realidad Marandi Sjorokker,
una hechicera que tras una apariencia preadolescente oculta varios
siglos de existencia en los cuales se ha visto impedida para poder
continuar el proceso normal de crecimiento y madurez. Eternamente niña,
Marandi debe enfrentarse además con una amenaza mágica, para lo cual
precisa de la ayuda del trepamuros. Más ¿qué puede hacer un lanzarredes
especializado en crímenes urbanitas en un mundo gobernado por los
sortilegios? Esa pregunta se plantea no sólo en el ámbito ficticio de la
novela gráfica, sino también desde la perspectiva de quien la lee.
Hooky es una historia entretenida, blanca y agradable que
bien podría servir para introducir a cualquier persona novata en la
lectura de los tebeos, ya que se presenta como un relato con prólogo,
nudo y desenlace que no requiere conocimientos previos acerca de sus
personajes (quitando a Spider-Man, el resto forma un conjunto debutante
en el universo marveliano) y gustará a quienes tengan desarrollado el
gusto por el género fantástico. Sin embargo, y pese a lo que indica la
portada, no estamos ante una historia protagonizada por el alter ego
blaugrana de Peter Parker. El lanzarredes no es más que un secundario de
lujo para una historia que no requiere de su presencia y que quizá
habría tenido más sentido de haber contado con un personaje vinculado
con la escudería mágica de la casa de las ideas (como el Doctor
Extraño). La ausencia del maestro de las artes místicas es despachada
argumentalmente con una llamada telefónica y Spidey tiene que enrolarse
en un viaje interdimensional en que, pese a su bizarría y sus bromas, se
siente como pez fuera del agua. Hooky es, en consecuencia, una historia
ligera que puede releerse cada cierto tiempo si uno está hastiado de
tanto evento, cruzamiento o maniobra editorial pero, definitivamente, no
es una aventura de Spider-Man.
Putney cuenta una historia divertida con un personaje –Marandi- que
concita automáticamente simpatías y sirve para hacer una reflexión (no
excesivamente sesuda) sobre lo que supone el proceso de madurez y el
paso de la niñez a la adultez. Por su parte, Wrightson desarrolla un
trabajo notable (sobre todo a la hora de plasmar horrores de diseño
amorfamente lovecraftiano) pero, sin ser uno de sus mejores trabajos,
hay que indicar igualmente que los firmaría peores durante la década
siguiente. El resultado es un curioso experimento que nada aporta a la
franquicia arácnida y que quedó para la historia de la misma como un
curioso apéndice.
Fuente:http://www.zonanegativa.com/spider-man-hooky/
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